Álvaro Morata hizo de Pepe Reina en la épica celebración de España en Cibeles
Morata fue el jugador encargado de presentar a todos los jugadores de la selección española que fueron campeones de Europa
Carvajal, Nico y Lamine dejaron momentos para la historia
Los jugadores de la selección cantaron «¡Gibraltar es español!» en la celebración de la Eurocopa
La presentación de los jugadores fue cosa de Álvaro Morata, el gran capitán. Uno a uno fue anunciando a todos los campeones de Europa. Y el segundo, Carvajal, dejó claro porque esto iba a ser una fiesta salvaje. El jugador del Real Madrid saltó al escenario sin camiseta, cogió el micrófono y empezó a gritar «¡viva España!», como si no hubiese un mañana. Cuanta españolía. Cuánto orgullo más.
Cuando llegó el número ‘7’, le tocó autopresentarse y estuvo a la altura. «Un delantero defensivo que daría la vida por ganar esto, la vida. Espero que lo valoréis, porque somos el mejor país del mundo», dijo sobre sí mismo. Álvaro Morata hizo de Pepe Reina y fue presentando uno a uno a sus compañeros en una fiesta inolvidable.
La presentación de Álvaro Morata fue, simplemente, espectacular. Uno a uno fue entrenado al escenario al ritmo de la canción que cada uno hubiese elegido. ¿Para Ferran? Pues El Tiburón de Henry Méndez. ¿Remiro? Paquito el chocolatero. ¿Para Vivían? Pues la suya que tanto ha escuchado este año por Bilbao. Y cuando salió Lamine Yamal, pues el cántico que surgió de manera espontánea de Antonio Muelas, narrador de RNE. «¡Lamine, Yamal, cada día te quiero más!». ¿Para Pedri? Pues un poquito de Raffaella Carra al ritmo de Pedro.
Cada jugador eligió una canción al salir al escenario y todos los aficionados (más de 500.000 durante toda la tarde) vibraron con una fiesta épica. Nunca antes se había visto esto. Un ejemplo también de orgullo español, sin complejos, con las señas de identidad de siempre en nuestro país.
La Plaza de Cibeles fue testigo de una de las mejores fiestas de la historia que se han vivido con la selección española como protagonista. Posible, la más brutal que se ha vivido. Pura felicidad desmedida y sana de un grupo de jugadores mágicos que han enamorado a todo un país en siete partidos para terminar conquistando Europa. Qué orgullo, España.